miércoles, 7 de noviembre de 2007

Aquella Historia del Monasterio de Ucles








Aquella historia del Monasterio de Ucles
Se encontró mirando por los grandes ventanales que permanecían abiertos. La mirada iba más allá del patio al que veía. Su sonrisa dibujada en su cara, definía su estado de animo en ese momento, una felicidad inmensa por dentro lleno su corazón.
El retumbar de los caballos, se podía percibir desde lo lejos. Sonó con su llegada, el regresaba del combate sin ningún rasguño ni herida grave. El sol brillaba con un resplandor casi infinito, y los dos se besan en un enorme beso de amor.Ahora la luna era la que brillaba en el cielo, negro sin casi color, solo adornado místicamente por unas nubes blanquecinas que amenazaban con acercarse y tapar aquella luna.
Si las cosas hubieran pasado como en mis sueños, que feliz hubiera sido. Ella era consciente de que él había muerto. Ya no volvería a verle vivo, sobre su negro corcel y con su bella armadura. La habían contado que su cuerpo fue alcanzado por las flechas, que atravesaron su armadura como si fuese papel de pergamino, nada pudieron hacer por vida entonces.
Ella todas las noches dormía con la idea de su promesa, le había prometido esperarle aun si moría en el combate. Él la dijo que aun así volvería y ella le creyó.
Esa misma noche, sintió algo extraño y por eso salio a asomarse al corredor. Tenia que ser él a quien sentía, nadie más la causaba esa sensación.
La noche era fría y esa especialmente, con una ráfaga de corriente que movía su blanca bata larga de lino y su fino camisón largo, dibujando su figura con el roce contra su cuerpo. Su largo pelo se dejaba acariciar por ese aire, revoloteando hacia atrás, mostrando su firme rostro y sus marcados rasgos. El aire comienza a silbar, y traer un eco de los pasos de un caballo. Aquel no era el eco de un galope si no más bien parecía un caballo cansado, un arrastrar de pisadas. Y con el eco, tras una breve espera, una figura de un jinete sobre un caballo. No pudiendo esperar más, sin pensar en quien podría ser o su estado, descendió por las escaleras que daban al patio para salir a verle. Sus pasos no sonaron ya que iba descalza cuando despertó y fue a esperar al corredor. La arena del suelo se la clavaba en la planta del pie, pero eso no era suficiente para pararla y poder ir al encuentro de su amado, viniera como viniese, había cumplido su palabra y ella también.
Al acercarse, sus ojos observaron que nada vivo podía ser. El caballo con sus ojos encendidos de un color carmesí la mantenía la mirada, aunque sin mostrar desafió si no, más bien respeto. El jinete desmonto del caballo, para dirigirse junto a ella. Su cuerpo con una armadura casi intacta, no mostraba huellas de agujeros de flechas, solo una gran abertura, en el centro que parecía más bien causada por la punta de una lanza clavada desde la espalda, con lo que, o lo que la habían contado no era cierto, o aquel jinete no era su amado. Sin miedo, camino hacia él, sintiendo en su interior ese latir en su corazón que solo sentía cuando estaba junto a él.
En las historias que se contaban en la iglesia los días que asistía, la causaban risa más que el miedo que a los demás les daba. Eso de que los cuerpos volvieran de entre los muertos para vengarse de los vivos, y se comieran a sus víctimas o se alimentaran de ellas, no lo creía de esa forma, pero por amor, si. Sin pensarlo, corrió hasta él y le abrazo fuertemente sintiendo la frialdad de su cuerpo sin vida. Mirándose a los ojos, sintiendo el amor y el deseo que aun permanecían encerrados dentro del cuerpo sin vida de él, se besaron y fundieron su deseo en ese amor largamente guardado en sus corazones. Sin dudarlo, monto junto a él en su caballo, y se alejaron de aquel lugar de encierro en el que ella había permanecido largamente esperándole.
Él había regresado por ella de donde no se regresa, y lo había hecho por amor a ella y por venganza de aquellos que vilmente le habían matado a traición por la espalda, para que no pudiera cumplir con su palabra de estar junto a ella, para que no pudiera regresar como el héroe que era, por envidia de ese amor que los dos sentían al estar juntos. Lo primero ya estaba realizado, ahora junto a ella, cumplirían su venganza contra aquellos que le habían arrebatado la vida. El amor y la justicia se muestra a veces de tantas formas ...


NEPHERBLUE 

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