EN UN GRAN BARCO
La mano soltó la cortina, cerrando así la visión de su última despedida. Ya no le volvería a ver. No cómo lo habían hecho hasta ese momento. El viaje era inmediato y aunque hablaron del regreso, en su interior no le esperaría. Su corazón tomó la decisión según salio por la puerta.
Las paredes se tornaron de una oscuridad ante sus ojos, todo giro de repente y su último recuerdo de ese momento fue el sentirse cayendo al suelo. Al despertar, sus ojos se quedaron al principio fijos en la lámpara del techo. En su mente aún guardaba un recuerdo del que tendría que saber hacer desaparecer. El ruido de la puerta al cerrarse tras de él no la dolería, no podía permitírselo.
Se levanto del suelo colocándose el vestido y arreglándose el pelo, se dispuso a salir de la habitación. Bajo por las escaleras. Escalón tras escalón, se enfrentaría con su nuevo destino. Cruel para ella.
Al llegar al salón la esperaban los invitados para celebrar su pedida de mano. Todos menos ella mostraban en su rostro una alegre sonrisa. Su padre, el principal causante de tal desastre, tomo su mano para colocarla junto a la de su prometido. En ese momento no pudo ocultar las lágrimas de sus ojos, que fueron tomadas por las demás personas cómo anuncio de su alegría. En lo más profundo de su pecho, justo en el centro de su corazón se instalo una punzada y se la iría haciendo cada vez más dolorosa con el paso del tiempo.
Los años fueron transcurriendo, y ella siempre manteniendo su dolor oculto a los demás para no preocuparlos. Siempre intentando hacer felices a los que tenía a su alrededor, ya que no podía hacer lo mismo por su propia felicidad.
En un nublado día de otoño, salió a pasear con su caballo por las anchas llanuras cubiertas de hojas caídas. Al llegar a la colina, desmonto para sentarse tranquilamente a contemplar la puesta de sol bajo un árbol. Esos momentos de tranquilidad era lo más placentero para ella. Estando ensimismada mirando ocultarse el sol lentamente, con un espectáculo de colores ante sus ojos no escucho llegar otro caballo por detrás. El jinete desmonto despacio y camino hasta donde ella se encontraba sentada. Sin quitarse el guante de montar de la mano la colocó justo en el hombro derecho de ella. El susto provocó que se levantara con brusquedad y se pusiera en guardia contra lo que la había tocado por detrás. Al mirarlo de frente, se quedo sin poder moverse. No podía ser verdad. ¿Estaría soñando? ¿Podría tratarse de una alucinación o realmente aquella persona era él?
Se quedaron los dos contemplándose sin hablar mientras sus ojos se miraban fijamente. No saben durante cuanto tiempo permanecieron contemplándose el uno al otro, mientras la luna brillaba con toda su intensidad.
Al darse cuenta de lo tarde que era, ella se sintió muy angustiada queriendo marcharse lo antes posible. Mientras sostenía su mano en la de él, la dijo que la acompañaría hasta su casa. Por el camino hablaron cada uno de los hechos vividos y fueron sintiéndose cada vez mejor estando juntos.
Así fueron viéndose con asiduidad en el mismo sitio. La atracción que habían sentido ambos en el pasado se les instalo de nuevo en sus corazones. Una de las tardes mientras los rosas y amarillos del cielo parecían como pinceladas de un óleo, decidirían marcharse juntos. Lo harían en un barco. Un gran barco. Irían a un nuevo mundo.
En unos días con el equipaje preparado, le espero en el mismo árbol. Al llegar él, monto en su caballo y se dirigieron hasta el puerto de donde zarparía el barco. El lugar era pequeño para la cantidad de gente que allí se encontraba. Parecía que toda la ciudad se hubiera dado cita en el mismo sitio. De todas formas, ya nadie les podría volver a separar. Embarcarían y viajarían juntos muy lejos…
La mano soltó la cortina, cerrando así la visión de su última despedida. Ya no le volvería a ver. No cómo lo habían hecho hasta ese momento. El viaje era inmediato y aunque hablaron del regreso, en su interior no le esperaría. Su corazón tomó la decisión según salio por la puerta.
Las paredes se tornaron de una oscuridad ante sus ojos, todo giro de repente y su último recuerdo de ese momento fue el sentirse cayendo al suelo. Al despertar, sus ojos se quedaron al principio fijos en la lámpara del techo. En su mente aún guardaba un recuerdo del que tendría que saber hacer desaparecer. El ruido de la puerta al cerrarse tras de él no la dolería, no podía permitírselo.
Se levanto del suelo colocándose el vestido y arreglándose el pelo, se dispuso a salir de la habitación. Bajo por las escaleras. Escalón tras escalón, se enfrentaría con su nuevo destino. Cruel para ella.
Al llegar al salón la esperaban los invitados para celebrar su pedida de mano. Todos menos ella mostraban en su rostro una alegre sonrisa. Su padre, el principal causante de tal desastre, tomo su mano para colocarla junto a la de su prometido. En ese momento no pudo ocultar las lágrimas de sus ojos, que fueron tomadas por las demás personas cómo anuncio de su alegría. En lo más profundo de su pecho, justo en el centro de su corazón se instalo una punzada y se la iría haciendo cada vez más dolorosa con el paso del tiempo.
Los años fueron transcurriendo, y ella siempre manteniendo su dolor oculto a los demás para no preocuparlos. Siempre intentando hacer felices a los que tenía a su alrededor, ya que no podía hacer lo mismo por su propia felicidad.
En un nublado día de otoño, salió a pasear con su caballo por las anchas llanuras cubiertas de hojas caídas. Al llegar a la colina, desmonto para sentarse tranquilamente a contemplar la puesta de sol bajo un árbol. Esos momentos de tranquilidad era lo más placentero para ella. Estando ensimismada mirando ocultarse el sol lentamente, con un espectáculo de colores ante sus ojos no escucho llegar otro caballo por detrás. El jinete desmonto despacio y camino hasta donde ella se encontraba sentada. Sin quitarse el guante de montar de la mano la colocó justo en el hombro derecho de ella. El susto provocó que se levantara con brusquedad y se pusiera en guardia contra lo que la había tocado por detrás. Al mirarlo de frente, se quedo sin poder moverse. No podía ser verdad. ¿Estaría soñando? ¿Podría tratarse de una alucinación o realmente aquella persona era él?
Se quedaron los dos contemplándose sin hablar mientras sus ojos se miraban fijamente. No saben durante cuanto tiempo permanecieron contemplándose el uno al otro, mientras la luna brillaba con toda su intensidad.
Al darse cuenta de lo tarde que era, ella se sintió muy angustiada queriendo marcharse lo antes posible. Mientras sostenía su mano en la de él, la dijo que la acompañaría hasta su casa. Por el camino hablaron cada uno de los hechos vividos y fueron sintiéndose cada vez mejor estando juntos.
Así fueron viéndose con asiduidad en el mismo sitio. La atracción que habían sentido ambos en el pasado se les instalo de nuevo en sus corazones. Una de las tardes mientras los rosas y amarillos del cielo parecían como pinceladas de un óleo, decidirían marcharse juntos. Lo harían en un barco. Un gran barco. Irían a un nuevo mundo.
En unos días con el equipaje preparado, le espero en el mismo árbol. Al llegar él, monto en su caballo y se dirigieron hasta el puerto de donde zarparía el barco. El lugar era pequeño para la cantidad de gente que allí se encontraba. Parecía que toda la ciudad se hubiera dado cita en el mismo sitio. De todas formas, ya nadie les podría volver a separar. Embarcarían y viajarían juntos muy lejos…
me has recordado al romanticismo .Que hermoso final , lastima que en la vida real pocas veces eso ocurra.
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