lunes, 6 de agosto de 2007

LA ROSA ROJA
Se cuenta que por las noches de luna llena, un espíritu recorre la abadía. Dicen las gentes del lugar, que se trata del fantasma de una muchacha. Una joven que fue condenada por bruja a una muerte cruel. Según se cuenta, la acusaron un grupo de mujeres del mismo lugar donde residía.- Una historia triste Pedro, de las que te atraen a ti y a tú cámara. Dijo Marcos.- Cierto, parece que se puede investigar y sacar algo bonito. Puede que a pesar de todo, estas pequeñas vacaciones me vengan bien. Con una amplia sonrisa se acerco a la mesa y cogiendo la cámara se dio media vuelta, marchándose. Bajo en el ascensor pensando en la historia contada por su socio. Su mente iba dando vueltas y vueltas a la misma idea. El ascensor de repente se quedo parado un momento entre dos plantas. No le dio tiempo a reaccionar cuando empezó a moverse otra vez. Solo que ahora en vez de para abajo, volvía a subir. Llego a la quinta planta y se paro. Las puertas se abrieron. El estaba esperando a encontrarse con montones de turistas, que en esa época del año, abundan en los hoteles. No fue así. No había nadie esperando. No dándole importancia, se recostó en el rincón de la cabina del ascensor. Justo cuando casi se cierran las puertas del todo, algo parece que se cuela por la ranura; abriendo las puertas del ascensor. Sus ojos se quedaron casi en blanco. Seguía sin haber nadie. Apretando el botón de la planta cero, el ascensor cerró las puertas. Ahora parecía no estar solo dentro. Es como si algo se encontrara observando por detrás. Se volvió, pero no había nada detrás de él. Llegó a la planta baja, y salió. Paso por al lado de unas señoras que se encontraban hablando en un sillón frente a recepción del hotel. Una de ellas, llevaba un gatito en un transporte para gatos. Se dio cuenta de que era un gato, porque este justo pasó por su lado se erizo. Las señoras dejaron de hablar para mirarle por ello. Intentando la dueña del gato tranquilizar al animal. Salió del hotel para ir por su coche. Se lo acercaron a la puerta. Se fue con dirección al lugar de la leyenda. Una vez allí , se dispuso a mirar los mejores puntos para la luz y capturar imágenes. Mirando desde su objetivo, una imagen apareció ante él. Entonces aparto la cámara y, nada otra vez. Allí no había nadie más que él. Continuó haciendo las fotos, cambiando de lugar. Fue entonces cuando en una de las lapidas que alrededor se encontraban, vio algo que le llamo la atención. Un enorme gato negro se encontraba tumbado y mirándole. Con su cámara le hizo una foto al gato, que parecía estar posando para la ocasión. El gato se levanto y camino muy despacio. Se puso entre sus piernas y se restregó contra ellas. Cogiendo al gato en brazos, se puso a ronronear.- vaya, sabes que eres uno de los pocos gatos a los que les gusto. Muy suave a demás. Sentándose con el gato en sus piernas, le miro a los ojos. Entonces esos grandes y verdes ojos, con sus enormes pupilas; le abrieron un portal al pasado. El tiempo es como si se parara un segundo en su vida. Se encontraba en el mismo lugar en distinto tiempo. Rodeado por personas desconocidas. La luz había cambiado. Las gentes parecían no verle. La sensación de estar dentro de una película en vivo y en directo. Una muchacha sobresale sobre todos los demás. Vestida de blanco algodón, sobre un cuerpo esbelto. Un grupo de jóvenes muchachas la miran desde mi lado. Critican su belleza. Parecen envidiar su imagen. Dé repente, todo vuelve a girar a gran velocidad. Creo que me estoy mareando. Me encuentro en una habitación. Ahora la muchacha de blanco se encuentra llorando a los pies de un hombre, que por sus vestiduras, parece ser un obispo. El la aparta de su lado, y se marcha dejándola sola. Ella se acerca a un escritorio. En un papel pergamino escribe y luego, levantando una losa del suelo; esconde lo escrito. Un dolor en mi mano me despierta de ese estado. El gato me ha mordido. Se baja de mis piernas y parece qué quiere que le siga. Voy detrás y entro en las ruinas de lo que parece una abadía. El gato me lleva hasta la losa, y se para en ella. Me agacho y retiro la losa. Encuentro un pedazo de tela envolviendo un papel de pergamino. Lo abro y traduzco lo que en el hay escrito.
“Cruel y triste es mi destino,
en nadie puedo confiar.
Aquí escribo en un pergamino,
mi pequeña realidad.
Por ayudar a mis padres
me pusieron a trabajar,
En casa de un obispo,
qué conmigo quiere casar.
Rechazarle yo,
pues no le quiero
Al no aceptar mi respuesta,
soy condenada por bruja
Prefiere que muera en la hoguera
a verme en manos de otro.
Se que ayudarme no pueden
La gente de éste lugar,
Por eso me prometo volver
Hasta que la nota sea encontrada”
Se quedo callado, pensando en lo que había leído. Miro al gato, que ante sus ojos se transformo en una gran rosa roja.

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