Capitulo XIII
¿La batalla continua?
Son formas de entender
los enfrentamientos. El ganador de las guerras no siempre es quien
tiene la razón. Los hombres, dragones, bestias y otros seres luchan
unos contra otros, guiados por distintas metas. La sangre que se
derrama en el campo, nutre la tierra, siembra su simiente en ella.
Muchas almas dejan sus caparazones para comenzar su viaje, viéndose
despojados de todo lo que les unía a sus cuerpos. Algunas de ellas,
encontraran su lugar y conseguir ascender; otras sin embargo, al no
saber la razón de ya no pertenecer al mundo de la misma forma con la
que vieron, tendrán que bagar hasta purificarse o intentaran engañar
a otros que les presten oídos.
Las palabras resuenan en
aquellos que les prestan atención. Luego es la razón la que les
guiá hacía el mejor camino.
Kuan Yin luchó lo mejor
posible. Lo hacía sin pensar sus movimientos. Tal era la velocidad,
que su cuerpo parecía no tocar el suelo. En uno de sus giros, sus
ojos se fijaron en el suelo. Aquel suelo oscuro, cubierto por la
sangre de los caídos. Entonces se cubrió de una luz blanca para no
ser atacada.
Se acerco al lugar en el
que sus ojos se habían fijado momentos antes. Allí mismo, de la
misma tierra que parecía abrirse por las heridas y el dolor de los
que allí luchaban, algo estaba creciendo. Una forma muy conocida,
porque era aquello que tenía que conseguir. Un cristal rojo oscuro
se estaba formando, creciendo, nutriéndose de la misma sangre. Eso
era lo que iba a evitar el levantamiento de los guerreros de
terracota. Lo que tenía el poder de conseguir la paz.
El gran corazón
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