LOS SUEÑOS
Mire a la puerta y la
ventana justo al lado de la puerta. Me levante y asegure la puerta
para que no se pudiese abrir desde fuera, colocando una de las
mesillas que se encontraban a los lados de la cama. La ventana no se
abre desde fuera, pero la asegure colocando la otra mesilla encima
del pequeño mueble con forma de escritorio que había justo debajo
de la ventana, al lado de la puerta. Quería poder descansar al
dormir para recuperarme, así que antes , fui al baño. Por el color
de aquellos sanitarios, llevaban bastante tiempo sin una buena
limpieza a fondo. Me desnude y me di una ducha. El agua no estaba muy
caliente, aún así resulto relajante.
Mientras estaba en la
ducha, tenía la impresión de ser observada por alguien, pero allí
no había nadie más que yo.
Salí de la ducha, me
puse ropa limpia y me tumbe encima de la cama. El sueño fue llegando
sin hacerse mucho de esperar.
“ las manos esposadas y
aquellos cuerpos magullados colgando de los pies, esperando a ser
liberados. Cosa que no ocurría. Cuantos desaparecidos y no
encontrados, por terminar de cena o vendidos como órganos a un
vulgar tratante de banco de órganos. Esperando a ser vengados y por
eso, se mostraron en los sueños.
También se me mostró
una mansión enorme y un circulo de piedras. Vi el corazón en mis
manos y el objeto que buscaba, sin sufrir daños. Un objeto de marfil
y un golpe fuerte...”
Una voz de mujer me decía
al oído: Despierta, que ya viene...
Desperté sobresaltada,
alguien estaba intentando abrir la puerta a golpes. Me levante de la
cama de un salto y me coloque justo detrás de la puerta a esperar
que entrara.
Todo estaba a oscuras, la
puerta fue cediendo y de los empujones la mesilla se iba deslizando.
Una figura oscura entró en la habitación esperando encontrarme en
la cama. Yo le golpee por detrás y le deje inconsciente . Le quite
las esposas que llevaba en sus manos y se las coloque. También
llevaba una cuerda en su cinturón. Con ella le ate sus pies y sus
piernas para inmovilizarlo.
Entonces aparecieron ante
mi una sucesión de luces blancas que iluminaron la habitación y me
fueron indicando el camino hasta lo que parecía un jardín detrás
justo de allí. En el suelo, tapado, había una trampilla que abrí
y unas escaleras para bajar. En la pared, en una oquedad, una
linterna que cogí y al entrar, un montón de cuerdas colgadas del
techo. Un fuerte olor a putrefacción y dos mesas grandes con
correas. A un lado de ellas, dos arcones grandes de congelación.
Iluminando el fondo, en una silla atada, el cuerpo de una joven. Con
la cabeza hacía abajo. Me acerque y comprobé que aún estaba viva.
Las pequeñas luces me rodearon y se fueron marchando una tras otra,
para dejarnos a las dos a solas. La conseguí desatar y arrastrándola
como pude sacarla de allí y subirla arriba. La chica llevaba aún un
teléfono móvil en sus pantalones anchos. Marque entonces el numero
de emergencias de su teléfono dejándolo así. Fui por mis cosas y
marche para continuar con mi misión.
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