Capitulo IX
Cómo si de un reloj de
arena se tratase, el tiempo va pasando y no ayuda el quedarse quieto
demasiado tiempo. Encontrar al ladrón y regresar con lo robado,
principio y fin de la misión. Ahora ponerme a buscar a esas dos
mujeres retrasaría mi principal objetivo.
Me dispuse entonces a ir
en busca del corazón. Me levante y camine hasta una carretera. Allí
seguí caminando por el arcén, para parar algún coche que fuese en
la misma dirección. No tardo mucho en pasar un vehículo que me paro
al hacele la señal. Me pregunto hasta donde iba y yo le conteste que
hasta el primer hostal de carretera, para poder dormir un poco. El
hombre del coche me abrió la puerta y yo acepte. Se trataba de un
señor de unos sesenta años. A pesar de su edad, conservaba unos
rasgos muy atractivos. Por la forma de hablar, no era la primera vez
que llevaba a algún autoestopista. No paraba de hablar, mientras
movía su mano de un lado a otro. En uno de sus movimientos, la
apoyo en mi muslo en vez de la palanca de cambios. Fue tan sólo un
momento, lo suficiente para que viera sus recuerdos. Era un hombre
casado, con tres hijos. Quería a su mujer, aunque ya no la amaba. La
había engañado con la amiga de su hija. Eso le hacía sentir más
joven. Razón principal de recoger a autoestopistas. Alguna de esas
chicas que montaron en su coche le devolvieron el favor de una forma
especial. También me llego un final, a modo de noticia en un
periódico.
Le dije señalando el
cartel que a pocos metros se encontraba uno, no quería seguir mucho
tiempo más en ese coche. El hombre fue agradable, se paro justo
enfrente del hostal y espero a que bajara . Se despidió con un
saludo y se marcho.
Yo necesitaba dormir un
par de horas para saltar hasta el corazón. Entre en el hostal,
dentro no había nadie atendiendo. Mire en el libro de inscripciones
y hacía tiempo que nadie escribía. Lo cerré y cogí una de las
llaves que había colgadas en un mostrador. Fui hasta la habitación
y la abrí. La cama estaba hecha pero el sitio no parecía estar muy
limpio. Entre y cerré la puerta. Dejé mis cosas encima de un
sillón y me tumbe en la cama.