sábado, 28 de noviembre de 2009

El Frío Tacto


El Frío tacto
Tras un día agotador, Mariana se mete en la cama. Hoy no se ha tomado sus pastillas para dormir. Hoy, no la hacen falta. El sueño no se hace esperar. Sin darse cuenta siquiera, su mente comienza a soñar.

Es tanto el cansancio que arrastraba, la hace quedarse dormida boca arriba. No tiene ni fuerza su cuerpo para girar en la cama. Ella, tan acostumbrada a dormir de lado o boca abajo, ahora eso no importa. Su mente ya ha empezado a viajar y lo ha hecho a otro plano, a otra dimensión. No se trata de un sueño normal, esta vez es mucho más real.

El viaje astral ha comenzado. Mariana vuela por encima de un mar, es oscuro y enorme. Las nubes mojan con su humedad la cara, una sensación muy refrescante. Siente también el viento acariciando su cuerpo y jugando con su camisón, que golpea contra su piel. Es un avance rápido, siendo casi incapaz de abrir sus ojos en su avance para poder mirar hacía donde se dirige. Sólo consigue observar el mar y ver su reflejo en las profundas aguas. Es entonces cuando se da cuenta de que no está sola. Hay algo más, vigilándola.

Ahora ya no quiere parar, todo lo contrarío. Si pudiese controlar la velocidad, la aumentaría para poder alejarse. No sabe que es, pero lo siente. Su propio sentido de supervivencia la indica que hay un peligro. Si pudiese parar el viaje, si pudiese despertar...no, no puede. Tiene que sobrevolar toda esa agua oscura, que ya no la huele a mar. Ahora, la nota viscosa. El olor fuerte que se desprende de ella y aquella cosa que viaja a su misma velocidad, oculta por debajo. Mejor, mejor no ver que es. Mariana no quiere saber que es eso.

Cuando mira hacía delante, se alegra al ver que hay tierra. Se trata de una isla. Parece pequeña desde su posición. Eso ahora la da igual, ella tiene que llegar y tocar la tierra con los pies. Es una forma que piensa para liberarse de lo que se esconde en las profundas aguas fétidas. Ya queda poco para llegar, y eso la alegra.

De repente, siente mucho frío en los pies. La velocidad disminuye, ya no va tan rápido como antes. Unos dedos la agarran por el tobillo, pero no tienen forma de mano o así lo siente. No quiere mirar, aunque tiene que hacerlo. Hay que continuar, no se puede quedar parada allí o caerá a esa especie de agua.

Bajando su cabeza para mirar por debajo de su cuerpo y es entonces cuando lo ve. Ahora ya es consciente de la forma del ser. Aquello tira de ella y la va bajando poco a poco, entonces Mariana grita y lo hace tan fuerte que se despierta.

Se encuentra en su cama. Se siente feliz por haber podido salir del sueño y encontrarse ahora en la realidad. Tranquila y confiada se arropa para volver a dormirse de nuevo. En la cama, a los pies, algo se ha sentado. No es pesado. Ella nota que hay algo. Siente el frío que penetra por el edredón y va descendiendo hasta llegar a los pies. Ahora no hay duda, algo la está tocando sus tobillos. Algo que se mueve y moja la ropa de la cama, algo que tiene un tacto muy pegajoso...

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