Una luna resplandeciente y llena brillando en el cielo. Sus manos temblando bajo los guantes aterciopelados. El frío se hace notar aún con ellos. Colocando su abrigo, salio cerrando la puerta. Esa maldita carta escrita por él, no podía dar crédito a lo que en ella leyó. Malas noticias si, aún así nunca llegaría a quitarse aquello que más quería…su vida.Todos los renglones aparecían como en fotogramas de una película en su cabeza. Comenzó a caminar primero despacio, haciendo más y más rápida su marcha para entrar en calor. Iba sin dirección determinada, andando hasta dónde sus pies la llevaran. No quería pensar en él y no podía dejar de hacerlo. Todos creen que realmente lo has hecho – diciéndose para si. Es increíble lo que a una persona la puede llevar hasta una situación límite, un crimen contra sí mismo. Unas imágenes aparecieron en su cabeza de cuando era niña, el cuerpo de una mujer precipitándose al vacío desde un noveno piso. El cuerpo parece como un muñeco mientras cae desde lo alto. Sin embargo, no es suficiente altura para morir en el acto, el cuerpo al chocar contra el suelo sufre si no te rompes el cuello al caer. Y en estado de inconsciencia dicen que se escucha todo lo que se tiene alrededor. Si es horrible verlo, imagina padecerlo. La señora en la caída, casi mata al jardinero que en esos mismos momentos se encontraba cuidando el jardín. En un acto reflejo le dio tiempo a retirarse y contemplar sin poder moverse después el cuerpo de la señora en el mismo jardín, que hasta hace poco tiempo había terminado de podar. Todos los que lo pudieron contemplar en ese momento, se acercaron al lugar para contemplar sin poder hacer nada más que llamar a una ambulancia y a un cura que por allí pasaba. Le pidieron al padre que la diera la extrema unción y este no lo hizo, alegando que podía tratarse de un suicidio. El verde fue cubriéndose mientras de un color rojo oscuro, algo espeso. La vida de esa señora la iba abandonando por momentos sin poder remediarlo ninguno de los presentes. Aquella señora quedo grabada en mi mente. Y ahora esto, unas tristes líneas intentando explicar unos motivos. Ni siquiera se puede distinguir tú letra en ellos. Parece estar escrita por otra persona. No puedo creer que lo hicieras. No puedo creer que desaparecieras. Que ya no existas entre los vivos. Una vez se canso de andar, se sentó en un banco. Había llegado al parque. Los pies la dolían de andar y del frío. Mientras su cuerpo necesita calor, su cabeza solo piensa en aquello que la atormenta. El daño que la produce la perdida de Eduard, todo aquello que no le dijo por no atreverse. Ahora ya es tarde para eso. Mirando el suelo, mientras sus ojos se cubrían de lágrimas que la dolían por el frío al caer por sus mejillas, se levanto para marcharse y regresar a su casa. La sensación de que algo la seguía era cada vez mayor. Iba acelerando el paso, ahora con miedo, mirando de vez en cuando por si había alguien tras de ella. No vio a nadie. Ninguna persona. Su paso por la calle, iba dejando huellas tras de si en la nieve. Unas pequeñas huellas de sus pies, eran como remarcadas por algo más grande. Algo que la siguió desde el parque hasta su casa. Algo que no solo entro en ella sin ser invitado. Algo que se quedo esa noche visitando sus sueños…
sábado, 19 de julio de 2008
Limando Asperezas
Arrastrando ambos fantasmas
sencillas palabras guardamos
y luego, sin pretender torturarnos
escapar los dejamos.
Alimentando el alma
con aquello que te quema
no evitas así la pena,
la revuelves y engrandeces
a través de tú interior.
Rojas se muestran las hojas
que sufren sin ver el sol,
rojos son los pétalos de una pequeña flor;
roja también es mi sangre
que vaga por entre mis venas
sufre si no le muestras
un poco de tú calor.
En tus manos tienes
el poder evitar
las mismas situaciones
que antes viste pasar.
Nadie dijo que el camino
fuera llano,
sin piedras se nos mostró,
y al descalzarte compruebas
que las marcas del zapato
difícil son de borrar.
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