domingo, 8 de abril de 2012

KUAN YIN Capitulo II









                               
                                                          KUAN YIN

                                                                   



KUAN YCAPITULO II



El Sigilo
Aquellas personas habían dado sus vidas por alguien al que no habían visto ni conocido. Eso me dificultaba para encontrarlo. El recuerdo que conseguí sacar describía un lugar con mucha agua, cosa que me llevaba hasta el viejo puerto. Cuantos años habrán pasado desde la ultima vez que estuve allí. Entonces era muy pequeña, mi madre me llevo hasta el pueblo y me mostró el puerto. Fuimos por la noche, aún así, es como si el camino lo hiciera todos los días. Cuando uno es pequeño no se cuestiona la razón de las cosas. Ahora es cuando pienso que lo haría para no encontrarnos con nadie y para que lo conociera, o sería para aprender el camino. No puede ser que ella supiera lo que iba a pasar. Han pasado muchos años
Me dirigí hacía el puerto. El mar en calma y los barcos que allí estaban, no parecían necesitar de sus amarras para permanecer en sus sitios. Llegue hasta el barco más grande de los que allí estaban, se hallaba amarrado. El único distinto de los demás. El lugar del recuerdo de aquel luchador refería, era una puerta frente al barco. Mire los alrededores del puerto y si, frente al barco se encontraba una pequeña caseta. Me acerque hasta la caseta buscando la puerta. Era en ese lugar donde tendría lugar el encuentro. Donde aquel o aquellas personas que los contrataron les citaron para el pago de sus servicios. Ahora, cuando entrara por la puerta, conocería al ladrón y él pensaría que yo era uno de sus guerreros.

Mi mente se hallaba inmersa en aquel encuentro, en como ahora, el ladrón se iba a convertir en victima. Abrí la puerta y gracias a la fuerte intuición de no pisar el umbral me salve de la trampa que aguardaba. El ladrón tenía preparado un final muy distinto al que les habría prometido a aquellos cuatro. Creo que murieron mejor luchando. Demostrando sus habilidades y no engañados. Aquella acción demostraba el tipo de persona a la que me iba a enfrentar.

Gracias a mis artes, logre realizar un pequeño truco y activar la trampa como si hubiese caído en ella. Con esta acción, el ladrón o la persona que estaba esperando salió por otra puerta. Yo fui tras él. La puerta se hallaba camuflada en la pared de aquella habitación. Al abrirla, no podía creer lo que veía. Se trataba de un pasillo muy largo con muchas puertas a ambos lados y con gente vestida de color blanco. Todas aquellas personas iban conjuntadas. Yo tenía que cruzar.

Esperé el momento en el que todas esas personas se metieron en otras puertas para pasar. No había visto nunca ropas similares, tenía que buscar otra indumentaria para pasar desapercibida. Me acerque hasta la puerta más cercana de la pared y la abrí. Allí, tumbada en una cama estaba una persona mayor. Muchos cables estaban conectados a su cuerpo y se dirigían hasta unos monitores. Muchas luces y sonidos salían de ellos. En la habitación habían un pequeño armario. Lo abrí y busque entre las ropas que estaban colgadas en el. Me desvestí y me puse una prenda que se parecía a los quimonos. Su tejido era muy fino, por los finos cordones me los anude en la cintura.

Mire a la persona de la cama, estaba dormida. La deje las prendas que llevaba en el armario. Salí de la habitación y fui por el pasillo. La ropa tenia que ser la adecuada, porque los que vestían de blanco ni se fijaron en mi. Salían de una habitación para meterse en otra. Una vez que llegue hasta las escaleras, baje para encontrar la salida. No había señales de aquel hombre. Llegue a la planta de abajo. En ella vi a dos vestidos de blanco meterse en una habitación. No tardaron mucho en salir vestidos de otra forma. Una vez que se fueron yo iba a hacer lo mismo. La puerta estaba cerrada con llave, con una de mis herramientas conseguí abrirla y entre. Abrí los pequeños armarios que allí habían. Busque entre las prendas las que mejor me quedaran. Eran unas prendas muy distintas a las que usaba siempre. Es verdad que cuando se vive aislado del mundo, no se observa como va cambiando todo.

Ahora tengo que buscar al ladrón